“No le digas a alguien que lo amas si después votarás por alguien que lo lastimará”, es una frase que está siendo muy compartida en redes sociales por quienes creemos que debemos defender la vida e integridad de las personas LGBTIA+ en el momento crítico que estamos viviendo, donde existe la cruda posibilidad de que la ultraderecha conservadora gobierne nuestro país por los próximos cuatro años. Sin embargo, hay quienes siguen creyendo -como mi padre- que se trata de una exageración. Lo cierto es que es la realidad: nuestra vida está en peligro.
Soy el cuarto de cinco hermanos, crecí en una familia de Puerto Montt, conservadora, con padres que iban a misa todos los domingos, obligándome a ir con ellos o con mi abuela, al Santuario de Schöenstatt o a la iglesia de los jesuitas. Crecí rodeado de gente que siempre buscó cuidar las apariencias, el “qué dirán” y todo eso. Cada día me hace más sentido la frase “pueblo chico, infierno grande”. Durante toda mi infancia y adolescencia crecí con comentarios como: “los gays están enfermos”, “los gays se quedan solos toda la vida”, “su vida es triste”, “no deberían tener hijos”, etc. Egresé de un Liceo de hombres donde no se te permitía ser distinto, porque el que se escapaba de la norma era siempre objeto de burlas. Por eso, toda la media viví en silencio. Logré ser presidente del Centro de Estudiantes, siempre aparentando no ser diferente, básicamente por sobrevivencia. Una vez que ya estaba en la universidad, salí del clóset, hace más de 7 años. Lo primero que me dijo mi mamá fue “no seas promiscuo”, frase que quedó grabada en mi mente.

Pese a todo, me crie en un hogar donde se me enseñó amor, empatía, compasión, humanidad, solidaridad con el otro, con el prójimo. Sin embargo, cuando hablamos de política, parece que el mismo que me enseñó y trató de inculcarme todo lo anterior, prefiere la exclusión, prefiere un Chile donde sólo algunos tengan derechos, los que siguen la norma, y no la inclusión de todas y todos. Ahora me pregunto si quizás todos esos valores los aprendí en otra parte. Me pueden decir exagerado, fanático, hasta intolerante, pero la verdad es que es probable que ni mi papá, que hace unos días me dijo: “bueno, entonces cuídate” cuando le dije todo esto, ni muchos otros padres y madres se den cuenta:
Según un estudio de la Subsecretaría de Prevención del Delito del Ministerio de Interior y Seguridad Pública, en Chile el 89% de las personas LGBTIA+ ha sido discriminada a lo largo de su vida, 64% en el último año (2020). Un 63% ha sufrido un delito o acoso a lo largo de su vida, mientras que el 53,4% fue atacado en espacios públicos y sólo un 31,8% de las personas LGBTIA+ manifiesta poder expresarse libremente (bit.ly/3cNasGO). En la misma línea, una encuesta realizada por los académicos Barrientos y Cárdenas durante la primera marcha por el Orgullo Gay en Santiago (2007) estableció que el 84,4% de las personas entrevistadas declaró haber sido víctima de agresión y un 80,3% de discriminación. La misma encuesta realizada en Río de Janeiro, Buenos Aires y Sao Paulo, demuestra que Santiago es la ciudad que muestra mayor incidencia de agresión y discriminación. (Imagínense como es en el sur, peor). Además, el 29,8% indica “haber sido excluido o marginado de su ambiente familiar, y el 26,3% de un grupo de amigos”. En paralelo, la encuesta Ser Lesbiana en Chile (Rompiendo el Silencio, 2009) estableció que más del 70% de las mujeres consultadas han sido acosadas en la vía pública por su orientación sexual.
11 personas fueron asesinadas en Chile por su orientación sexual o identidad de género entre los años 2019 y 2020, con cinco y seis víctimas fatales, respectivamente. El año pasado se posicionó como la cifra más alta de personas asesinadas en nuestra historia. Los ataques y crímenes de odio son una realidad y la meta debería ser disminuirlos hasta erradicarlos, no fomentarlos con discursos como los promulgados por el candidato presidencial del Partido Republicano. Porque si, los fomenta.
Es precisamente el candidato Kast, junto con todo su sector, quienes permanentemente han emitido discursos de odio hacia las personas LGBTIA+ y han votado en contra de cada avance en derechos. Diciendo cosas como: “La Moneda se rinde a la dictadura gay. Las instituciones públicas son de todos los chilenos, no de minorías” (bit.ly/2Zr5tZy), ¿acaso no somos parte de “todos los chilenos”?, que en cuanto al matrimonio igualitario «no veo a dos hombres igual que como veo a un hombre y a una mujer. Dos hombres no pueden procrear» (bit.ly/311gdxX), como si todos los matrimonios pudieran procrear o fuese esa la única función que tiene, que “Daniela Vega es hombre (…) Oponerse a la Ley de Ideología de Género no tiene nada que ver con maltratar a las personas transexuales ni privarlas de su dignidad” (bit.ly/3xm2Lku), negándoles a las personas trans el reconocimiento de su propia identidad que no le corresponde a él ni a nadie determinar, entre muchas otras cosas. Discursos que no abandona, y que de la mano de sus nuevos 15 parlamentarios seguirá diciendo. Los diputados Urrutia, Urriticoechea, Jürgensen, Kaiser, de la Carrera, y otros siguen la misma senda.

Quizás algunos piensen que pueden decir tanta estupidez porque la libertad de expresión se lo permite, y si, es un derecho humano que debe ser garantizado, pero todo derecho tiene límites. La libertad de expresión debe permitirse siempre y cuando no denigre, discrimine y promueva odio, siempre y cuando no vulnere los derechos de otras personas. Además de que es muy distinto ser un líder conservador homofóbico y transfóbico que piensa que sus opiniones son válidas a un Presidente de la República que debe gobernar para todos.
Pero eso no es todo: el candidato de la ultraderecha se llena la boca hablando de “sacar a la ONU de Chile”, él y sus simpatizantes hablan de la supuesta “ideología de género” que la izquierda internacional querría implantar, etc. Sabemos que todo eso es simplemente falso e impracticable, pero te lo dicen porque tiene otro objetivo. Si hay alguien que quiere implantar ideas internacionales es Kast, ya que forma parte del lobby internacional cristiano que presiona a gobiernos y parlamentos para impedir que legislen a favor del aborto, el matrimonio igualitario, la identidad de género y derechos LGBTIA+: forma parte del Congreso Hemisférico de Parlamentarios, ha sido financiado por la organización estadounidense Alliance Defending Freedom (ADF), también ha sido integrante del consejo asesor de Political Network for Values y se relaciona con Advocates International, Population Research Institute e International Human Rights Group. Todas ellas organizaciones internacionales que quieren implantar ideas cristianas en todos los países de América. Incluso algunas promueven las terapias de conversión, calificadas como tortura por todas las organizaciones de psicología de Chile y el mundo. Es más, Kast fue a Hawái con todo pagado por la Alliance Defending Freedom, organización que es la mayor ONG de Estados Unidos contra derechos LGBTIA+, que ofrece terapias de conversión y que se ha opuesto incluso a las medidas que buscaban terminar con el bullying contra niños y niñas homosexuales en escuelas públicas de EEUU (bit.ly/3nSxySN). Curioso es que también participa del movimiento de Shöenstatt, donde mis papás me obligaban a ir cuando chico. (La fuente de este párrafo es una investigación de 16 medios de prensa liderados por el Columbia Journalism Investigation de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, EEUU. Pueden verlo aquí: bit.ly/3rb89pM).
Esas mismas organizaciones son las que han financiado, y motivado las candidaturas presidenciales de extrema derecha de Trump y Bolsonaro, conocidas por desbaratar toda política estatal para niños, niñas, adolescentes y personas adultas LGBTIA+.
Veamos el caso de Trump: eliminó el equivalente en Chile a la circular trans, que protegía a las infancias trans en los colegios y mandataba el respeto a su identidad, lo que Kast podría hacer sin necesidad del congreso (bbc.in/3I5D8tp), habilitó a organizaciones de adopción que reciben financiamiento público para discriminar a familias diversas si se justifican en «libertades religiosas» (cnn.it/3oZUkHU), eliminó a la diversidad sexual del censo (bit.ly/30VCD3Q), eliminó las protecciones en salud a las personas LGBTIA+ en las que había avanzado Obama, permitiendo a proveedores de salud discriminar pacientes por orientación sexual e identidad de género (politi.co/3cQTKX7), solicitó a la Corte Suprema de EEUU no proteger la orientación sexual e identidad de género en el trabajo, para que se pueda despedir a personas LGBTIA+ por el simple hecho de serlo (bit.ly/3FPmFr0), intentó reducir el presupuesto contra el VIH y SIDA (bit.ly/3oY611S), ordenó que las personas privadas de libertad fueran a recintos penitenciarios de acuerdo a su sexo biológico, yendo contra las medidas tomadas para prevenir el abuso sexual sistemático de personas trans (bit.ly/3l9oCXq), entre muchas otras medidas.
En Brasil actualmente se vive uno de los peores escenarios para las personas LGBTIA+, con un Presidente -amigo de Kast- que se ha declarado homofóbico y ha dicho estar orgulloso de serlo, además de decir que prefiere tener un hijo muerto a un hijo homosexual (bbc.in/3DYkTDy) y que mediante decreto excluyó de golpe al colectivo LGTBIA+ como sujeto de políticas y directrices pro derechos humanos destinados a las minorías más vulnerables, también suprimió las secretaría de diversidad, inclusión y alfabetización del Ministerio de Educación (bit.ly/3HWGhLK), recortó el presupuesto del Ministerio de Derechos Humanos y nombró como Ministra a una mujer evangélica quien inmediatamente declaró que “los niños visten de azul y las niñas de rosa” (bit.ly/2ZtWJSw), ha censurado espectáculos, películas y obras de teatro con personas LGBTIA+ (bit.ly/3HUq9u9) entre muchas otras cosas. Ello en el país que es conocido como el más peligroso del mundo para las personas trans. Peligro acrecentado por los discursos de odio de Bolsonaro.
Una encuesta realizada por Gênero e Número rastreó la violencia contra las personas LGBTIA+ durante y después de la campaña presidencial de Brasil en 2018 y encontró que más del 50% de los encuestados sufrieron alguna forma de violencia debido a su orientación sexual y que al menos el 92% afirmó que dicha violencia aumentó tras la elección del presidente Bolsonaro. “Prácticamente todos los encuestados – más del 98% – creen que el discurso de odio promovido por políticos y candidatos contra los derechos de los LGBTQ contribuye al aumento de la violencia en las redes sociales” (bit.ly/312rDBZ). Recordemos que Kast le dio todo su apoyo y hasta se juntó con Bolsonaro, quien actualmente es investigado por la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad y es responsable de las políticas negacionistas del Covid que dejaron un total de 613 mil muertos en Brasil, por lo que actualmente el Senado está pidiendo su destitución. Kast también es tildado por varias agencias de prensa internacional como el Bolsonaro chileno.
No olvidemos que José Antonio Kast también es aliado de Santiago Abascal, presidente de Vox, partido de ultraderecha de España, con quién se reunió en 2019 y donde “ambos coincidieron en la necesidad de luchar contra el «marxismo cultural» y de defender la vida, la familia y la libertad” (bit.ly/3DV1Km2) y que repite sin parar conceptos inventados como: “totalitarismo de género” e “ideología LGBT”. Justamente el día de ayer (25 de noviembre), Vox fue el partido responsable de que no haberse aprobado el acuerdo contra la violencia de género en España, ya que dicen que la violencia machista no existe (bit.ly/3CMSEX6).

Actualmente en España se advierte una escalada de agresiones homofóbicas alentada por el discurso de odio de la ultraderecha: “Activistas, políticos y diversas personalidades han salido en tromba este martes a denunciar los delitos de odio y apuntan en una sola dirección. Denuncian que tras este incremento de actos violentos está el discurso de odio promulgado por Vox, pero también responsabilizan a los partidos que sacan réditos políticos de su alianza con la ultraderecha, como el Partido Popular y Ciudadanos, que están en gobiernos autonómicos sostenidos por la ultraderecha (…) Medidas como la introducción del veto parental en los colegios como forma de evitar la educación en diversidad sexual, o mensajes vertidos a lo largo de los últimos años acusando al colectivo LGTBI de tener privilegios, de ser pederastas, o sobre la necesidad de derogar las leyes que permiten el matrimonio de personas del mismo sexo o la adopción, son sólo algunos de los ejemplos que han protagonizado miembros de la formación ultraderechista” (bit.ly/3FNWb9v). Recordemos también que hace algunos días los constituyentes Teresa Marinovic (Partido Republicano), Martín Arrau (UDI) y Rocío Cantuarias (Evópoli), usaron el tiempo en que los convencionales estaban recorriendo sus distritos para conversar con la gente para pegarse el gustito de ir a España a juntarse con los líderes de Vox y así estrechar relaciones.
Por si no fuera poco, Kast hace unos días confesó su cercanía con el gobierno de Polonia, conocido como el “bastión de la ultraderecha europea” (bit.ly/3nOFLrg), y también haberse reunido con el gobierno de Mateo Salvini, primer ministro de Italia que acaba de echar abajo la ley contra la homofobia (bit.ly/3p1Z2F1).
Dicho todo lo anterior, ¿enserio creen que un Chile en paz, sin violencia, y para todos los chilenos es posible con una persona como José Antonio Kast? No, no es posible. Con sus discursos de odio, con sus discursos discriminatorios, con la violencia que promueve día a día, con sus relaciones internacionales y la agenda que ha construido junto a organizaciones conservadoras cristianas y gobiernos de ultraderecha, no es posible. Por eso hoy muchos tenemos miedo, miedo por nuestra vida e integridad, miedo a perder los pocos derechos que el Estado nos ha reconocido y a no poder avanzar en una real igualdad en derechos y oportunidades.
No son ideas exageradas, no es fanatismo ni intolerancia. Es lo que se ha vivido en distintos países del mundo, y hoy hay quienes están dispuestos a transar el amor, la igualdad, la empatía y humanidad, por un discurso de orden y de paz totalmente falso. Un discurso que aparenta tolerancia, que muchas veces aparenta diálogo, pero que al final del día sólo es odio.
Por la otra vereda, Boric tiene una agenda contundente para proteger a la niñez y personas LGBTIA+: salud mental desde la atención primaria, cupo laboral del 1% en servicios públicos para personas trans, protocolos de no discriminación e integración de niñes trans en espacios educativos, casas de acogida para quienes sufran violencia, la prohibición de realizar cirugías a recién nacidos intersexuales, prestaciones de salud garantizadas, integración en CASEN y CENSO, entre muchas otras medidas.
Te invito a elegir bien, elegir la empatía por sobre el odio.

Me identifica mucho este artículo, mi familia me aparto cuando les dije que era homosexual, me amenazó con encerrarme hasta que se me fuera ese «demonio». Esto ya hace años, hoy en día aun mantiene ese pensamiento, siendo pastor evangelico vota por Kast, pensando que el es el correo, y sin importar lo que su hijo pueda sufrir a raíz de sus decisiones. Es importante poder tomarse el peso a lo que se viene y comparto el sentir del escritor. Un abrazo a la comunidad y mucha fuerza y convicción de que saldremos victoriosos.
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