El Orgullo y las Izquierdas: El desafío de la representación

por @Ozóniko

A pesar de los avances significativos en derechos y visibilidad, la falta de representación en puestos de poder que enfrenta la comunidad LGBTIQ+ en el ámbito político sigue siendo un obstáculo importante. Este vacío no solo limita la inclusión efectiva, sino que también deja espacio para que la ultraderecha, con su agenda de estigmatización, segregación y discriminación, retroceda años de arduos logros.

La visibilidad y representación en la política no son meros objetivos simbólicos; son componentes cruciales para la creación de políticas inclusivas que reflejen las necesidades y realidades de toda la población. En Chile, aunque se han dado pasos hacia adelante con figuras como la diputada Emilia Schneider, la primera mujer trans en el Congreso Nacional, la presencia de personas LGBTIQ+ en altos cargos políticos, a nivel partidario, de elección popular o de gobierno sigue siendo escasa. La situación es similar en muchos otros países, donde las barreras estructurales y la discriminación aún impiden un acceso equitativo al poder político. Las mujeres lesbianas y la población trans padecen esta exclusión aún con más profundidad e injusticia. 

Las nuevas izquierdas deben reconocer que la inclusión de la comunidad LGBTIQ+ en puestos de liderazgo no es solo una cuestión de justicia social, sino una estrategia crucial para contrarrestar la narrativa de la ultraderecha. Esta última ha utilizado tácticas de miedo y odio para consolidar su base, promoviendo políticas regresivas que buscan deshacer años de progreso en derechos humanos. Para combatir eficazmente esta amenaza, es fundamental que las fuerzas progresistas adoptemos una postura proactiva en la promoción de líderes LGBTIQ+ y en la implementación de políticas inclusivas. Además, es crucial que los partidos de izquierda incluyan explícitamente en sus plataformas políticas la defensa y promoción de los derechos LGBTIQ+, no solo como un tema de campaña, sino como un compromiso permanente.

La educación y sensibilización también juegan un papel vital. Es necesario combatir la desinformación y los prejuicios que la ultraderecha utiliza para justificar su agenda discriminatoria. Esto implica una labor continua de educación en derechos humanos, tanto dentro de las estructuras partidarias como en la sociedad en general, para fomentar una comprensión más profunda y empática de las experiencias y desafíos de la comunidad LGBTIQ+. Hace algunas semanas vimos como nuevamente el parlamento chileno rechazó la reforma a la Ley Antidiscriminación que buscaba entregar herramientas y recursos a dicha legislación. Por otra parte hace varios años los sectores conservadores también rechazaron una Ley de Educación Sexual Integral (ESI) que buscaba integrar en todo el ciclo vital la formación con perspectiva de derechos. Controvertida también; es siempre la discución de una Ley de Adopción Homo/lesbo parental aflorando los sistemáticos prejuicos que se vinculan a nuestra comunidad.

En última instancia, el desafío de lograr una mayor visibilidad y representatividad en la política no es solo una cuestión de aumentar el número de personas LGBTIQ+ en el poder, sino de transformar las estructuras y culturas políticas para que sean verdaderamente inclusivas. La lucha por la igualdad y la justicia es una tarea continua, y en este mes del orgullo, reafirmamos nuestro compromiso de avanzar hacia un futuro donde todas las voces sean escuchadas y valoradas.

Al mirar hacia adelante, las nuevas izquierdas y fuerzas progresistas tienen la oportunidad y la responsabilidad de liderar este cambio. Al hacerlo, no solo se fortalece la democracia y la justicia social, sino que se establece una barrera sólida contra las fuerzas reaccionarias que buscan dividir y retroceder. La visibilidad y la representatividad en la política son, en última instancia, un reflejo de una sociedad que valora y celebra su diversidad con orgullo. Hoy en pleno año 2024 la inclusión de la comunidad LGBTIQ+, el respeto de sus trayectorias militantes y a sus credenciales profesionales o académicas sigue siendo un camino lleno de obstáculos y limitaciones ajenas al clásico ¨liderazgo hetero cis¨ que abunda en la política desde hace ya demasiado tiempo.

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