Opinión | El Asesinato de José Matías (o la violencia transfóbica cotidiana)

por @Ozóniko

Imagínate a los 16 años en la cornisa de un piso 11. Con el viento en la cara y la cabeza perdida de tanto miedo. Imagínate a los 16 años encerrado 8 horas en una sala de clases donde no respetan quien eres ni como te llamas. Así se siente la violencia. Dura. Triste. Devastadora y profundamente humana.

José Matías tenía 16 años y se lanzó del undécimo piso de su departamento en Copiapó. A la ministra preocupada de revisar mochilas parece no importarle; a los medios de comunicación parece no importarle. Pero importa, duele y da tanta rabia. Tenía 16 años y se lanzó de un undécimo piso. Por la violencia, por la indolencia, por la ignorancia y por la mala educación que padecemos todos los días.

José Matías señaló en su carta de despedida: “Liceo de mierda, todo su entorno, las niñas y la gente en general ahí me colapsó (..) Yo soy solo un maricón culiao, como diría… (nombre de compañera)”. Ese es el bullying que afecta a cientos de niños, niñas y niñes en todo Chile. Todos los días. En la sala de clases, en el patio del colegio, en la sala de profesores cuando se habla del «caso especial» sin entender ni validar la humanidad de alguien que está creciendo, tratando de ser la mejor versión de sí mismo.

Es tan fácil mirar la vida con respeto, empatía y sin juicios ignorantes, y aún así parece que elegimos una y otra vez hacer todo lo contrario con la diversidad que nos golpea la puerta.

Por José Matías, Daniel Zamudio, Nicole Saavedra, y tantos otres llevamos años pidiendo educación pública, gratuita, de calidad y no sexista. Porque sabemos que si no lo hacemos; las escuelas se transforman en armas de destrucción masiva a la diferencia y diversidad.  Mientras el MINEDUC siga buscando artimañas para criminalizar a los estudiantes en vez de educarlos sexualmente; respetando e incluyendo a la diversidad sexual; otras vidas terminarán cayendo de lo alto de un onceavo piso. A veces habrá alguien ahí para rescatarlo otras tantas no. Y volveremos a morder la rabia de una vida que se extingue a punta de maltrato, invisibilización, abandono y negligencia.

Basta de discriminación; basta de mala educación y de amparar discursos de odio contra las identidades diversas en nuestras escuelas y territorios. Debemos decidir hoy de qué lado de la historia queremos estar. 

Estamos hoy todos en una cornisa; o somos capaces de tomar decisiones y acciones de inclusión, humanidad y respeto o vemos como  niños de 16 años acaban con sus vidas guiados por el miedo y la violencia criminal hacia la diferencia de esta sociedad en la que vivimos. José Matías no se suicidó; a José Matías lo asesinó está sociedad enferma de tanta violencia e ignorancia. 

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